he intentado escribir sobre el concierto del sábado, pero no lo he asimilado todabía, pues todo lo que escribía se quedaba corto. así que os dejo con chabi que él sí a podido y de qué manera.
Ya pasó. Y qué bueno fue. Increíble. Y no es que sea el hecho de ir a ver a una persona en concreto. Se trata de una parte de vida, unas canciones, sí, pero también amigos, alegrías y tristezas, amores y desamores, sentimientos, pensamientos e ideas, una filosofía si me apuras. Más que ir a ver al Andrelo, me estaba encontrando a mí mismo. Incluso la aparición de Ariel contribuyó aún más a agrandar ese momento, haciendo que viviese situaciones que siempre habíamos soñado y pensábamos nunca disfrutaríamos. Pero así fue. Calamaro jugaba con la magia entre las manos, nos la lanzaba, nos perforaba los corazones, y la recogía de nuevo para que ésta se deslizase por las cuerdas de Ariel. Y claro, cómo no, tenía que aparecer esa incómoda pero comodísima humedad en los ojos, en los ojos dos ojos. Al escuchar esos versos que a pesar de saberlos al dedillo resultaban completamente inesperados, al encontrarte sumergido en un mar de voces al unísono, al oír las dedicatorias, al sentir los comienzos de esas canciones que forman parte de ti, los ojos se humedecían y no podías hacer otra cosa que sonreír un poquito más. Y entonces notabas una mano apoyada en el hombro, que se estrechaba fuertemente contra ti, un susurro gritado al oído, un abrazo, una mirada diciéndolo todo, y notabas que todo lo compartías con tus acompañantes, con esos que se habían apuntado a esa mini excursión. Y es que no faltó de nada. Examen mañanero (bien), llegada a primera hora de la tarde, recepción en Okendo número 11, pintxos por el casco viejo, concierto, gran parranda nocturna, vómitos (ajenos) y risas de madrugada, petit dejeneur a las tres de la tarde, promenade por peine de los vientos, y vuelta después de 24 horas intensísimas. Todo ello acompañados de nuestra incesante amiga lluvia, que caía golpeando suavemente los pedazos rotos del espejo interior. En fin, el texto se me queda corto y las palabras ingratas para poder plasmar aquí lo vivido durante estas horas con mis amigos, lo vivido por mi para con ellos y viceversa. ...
así fue y así se lo ha contado javier bernarte. a él gracias por sacar la experiencia en mi cafetín, a octavio por acogernos, y los demás por compartir. un abrazo. (mucho andrés)