san jorge

estos días andaban buscando las palabras más bonitas de nuestro idioma. en una red paralela a oficialidades se mentaron éstas entre otras (copio y pego para deleite ajeno):

alféizar, botarate y fugitivo
impostor, tunante, granuja
despistaje, zascandil, pusilánime
aludido, interventor, cacorro
mentecato e inepto
salamandra
aguacate, zoquete, branquia
mocasín
refrigerio, cenaobscuras, felpudo

Piojosos, escasos y escurridizos,

Zozobra
farsante, comparsa
andrajoso
Titiritero
ciruelo
contumaz
boquirrubio

MEQUETREFE
joviales, vivarachos y liantes

notas agravantes circulaban por el patio
mediante un sistema de poléas.

"los restaurantes chinos están reñidos con la calidad"
"el fútbol femenino ni es fútbol ni es femenino"
"el púrpura no es nombre para un color"

"las buenas costumbres no se pierden" o...

o sí.
o a veces tan sólo las saludas
como a un puto portero.

hay veces también que la costumbre
de culpa hace lo demás.
incluso hay veces que sin culpa
hay culpabilidad.

en todo caso
es conveniente
saber volver donde hubo equivocación
y animarse a sumar
una oportunidad.

o no,
o a veces nunca saludas.

recién terminado el miercoleo con cierta indignación

hoy un muchacho insolente
me increpaba por no llevar la cuenta
de las mujeres "hechas".
le gané a los dardos y una apuesta,
y cuando estaba en un
estado de perfecta humillación
le expliqué que sólo se cuenta
el dinero.

denuncia del comportamiento humano

ciudades

cicatrices en la tierra,
van marcando las horas con su sombra
y las noches con su luz,
y todas tienen nombre.

huérfanas de sangre,
se entregan al mejor impostor
para que las gobierne,
haciendo amigos entre rehenes.

coleccionadas por el corazón,
remolcan un mercado de sabores
en su memoria borracha
y un agujero negro en el estómago.

deciden por sus ciudadanos
y engañan a los maridos.
son restos de guerras,
caprichos en boga,
huelgas de moral y cordura,
un contrabajo sin dejar de dar vueltas
en las cintas transportadoras de aeropuerto,
un voto de bullicio.

madrid sin olimpia a 19

prohibido fijar carteles

y abrir la puerta de la cárcel
que es el mundo menos mi celda.

o escóndase bien la lima

en torno a

gira la cabeza a alturas innobles
sin poder hacer otra cosa
que discriminar.
pero eso nunca fue impedimento
para que aceptase un soborno
y cambiara de parecer
a favor de las agujas del reloj.
sus ojos van de uniforme
y si se ausentan
un saltito
lo hace inútil,
llenando de extraño orgullo picarón
a quien le burla.
sea cual fuese la experiencia,
siempre hay que planteárselo
antes de emprender un viaje subterráneo
por las catacumbas madrileñas.

a los tornos de estación.