gas ciudad y otros talentos
las precipitaciones disolvieron el monasterio de sal
reduciéndolo a sus trazas más primitivas.
"la belleza que adquiere una ruina es extraña y poderosa"
pensaba el joven mientras terminaba una cerveza en el puerto
con la mirada perdida en faroles casuales e intermitentes.
fue preciso un bocinazo para que volviera al plano real
y escupiera contra el viento.
a esas horas las tabernas cedían su marcha
a los olores de pan caliente ubicándose por los callejones.
abrió otra lata y siguió bebiendo, pero ya sin reflexiones más allá de sus miserias:
"tengo que renovar el bono-transporte".
una barcaza llena de acordeones se acercaba al muelle
y comenzó a llover. todavía las trazas molestaban a los dioses.
reduciéndolo a sus trazas más primitivas.
"la belleza que adquiere una ruina es extraña y poderosa"
pensaba el joven mientras terminaba una cerveza en el puerto
con la mirada perdida en faroles casuales e intermitentes.
fue preciso un bocinazo para que volviera al plano real
y escupiera contra el viento.
a esas horas las tabernas cedían su marcha
a los olores de pan caliente ubicándose por los callejones.
abrió otra lata y siguió bebiendo, pero ya sin reflexiones más allá de sus miserias:
"tengo que renovar el bono-transporte".
una barcaza llena de acordeones se acercaba al muelle
y comenzó a llover. todavía las trazas molestaban a los dioses.
1 Comments:
Vaya, has conseguido que me enganche a tu rinconcito de literatura...
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