del amor

como un péndulo oscilaba su cuerpo colgado de uno de los tantos puentes de la circumbalación exterior. cuando fui a recoger los libros de filosofía dejados en herencia me senté en el suelo de su habitación. la luz entraba como podía entre la cortina y luego era descompuesta en espectros por la botella vacía junto al colchón. ahí me encontraba, escuchando resonancias del pasado.

el silencio se llegó a producir. ya podía marchar. estaba todo bien.